lunes, 13 de abril de 2015

TRES GATOS LOCOS - CAPÍTULO UNO

SARITA (30), CAMILO (30) y GERARDO (30) en medio de la calle en una ruta desierta.

Sarita intenta prender fuego una llanta de camión, girando en ella una vara de madera sobre hojas secas y pasto. Cerca, Gerardo se esconde del sol, sentado bajo un paraguas negro. Más atrás, Camilo, de pie, camina inquieto con un megáfono en la mano.

GERARDO
-Disculpe compañera, reitero: creo que es en vano que sigamos perdiendo tiempo en intentar prender fuego la llanta. Es hora de asumir nuestra derrota. Saber desistir forma parte del resistir. Que hayamos perdido una batalla, no significa que perderemos la guerra.

SARITA
- Mire compañero, el compañero Camilo trabajó muchísimo para poder conseguir esta llanta de camión y caminó catorce kilómetros arrastrándola hasta acá. Después de todo el sacrificio que hizo, no puedo irle con que no le vamos a prender fuego la llanta, usted sabe como es el compañero Camilo de sensible, y lo entusiasmado que estaba él con prender fuego la llanta, así que ahora que se lo prometimos, la vamos a prender.

GERARDO
- Mire, discrepo compañera, el bienestar de un individuo no puede colocarse jamás sobre el bienestar del colectivo. Hace un sol bárbaro y va a ser imposible prender esa llanta con hojitas y un palito. Así que si Camilo quiere llorar, que llore, pero no podemos permitirnos poner en riesgo la salud de los miembros de esta comunidad, exponiéndolos a los rayos del sol, a estas horas de la tarde, sin la protección adecuada, estando justo debajo del agujero de la capa de ozono. Menos aún sin un motivo real que lo justifique, como expresé anteriormente, esta vez nos tocó perder, no vino nadie a la marcha, es hora de asumirlo con dignidad y frente en alto. Reconozcamos que si ni usted, ni yo, ni Camilo estamos capacitados para prender fuego una llanta de camión, menos lo estamos para llevar adelante una revolución.

SARITA
- Mire compañero si quiere irse se va, yo esta llanta la voy a prender con lo que encuentre a mano, capaz me lleva tres días, pero la voy a prender. Esta marcha no se termina hasta que se prenda fuego la llanta y Camilo la vea encendida al menos un ratito. Le dimos nuestra palabra, y no existe nada en el mundo más valioso que la palabra. Si se olvidó de traer los elementos que había prometido traer para facilitar la incineración de la llanta, no importa, ahora de nada vale quejarse, prendamos fuego la llanta con lo que tenemos, Camilo ve las llamas un ratito y nos volvemos para casa.

GERARDO
- Compañera, reconozca su responsabilidad en aquello que equívocamente señala como mi negligencia, mencione por ejemplo que tuvimos que salir a las apuradas porque usted demoró en aprontarse...

SARITA
- Mire compañero, usted está faltando a la verdad, es  perfectamente consciente, al igual que el resto de los compañeros del partido, que no fue de ninguna manera mi responsabilidad, sino la suya. Salimos apurados no porque estuviésemos llegando tarde a la manifestación, sino porque usted, compañero, quería llegar dos horas antes ¡Dos horas antes quería llegar! ¿Se da cuenta de que hay algo en usted que no es normal? ¿Lo ve compañero? Preciso sólo saber eso, ¿usted, compañero, está enterado que no es normal?

GERARDO
- No es necesario que levante la voz al hablarme, y mucho menos aún para descalificarme como lo hace... Recuerde lo importante que es para la construcción de un diálogo entre seres que se hacen llamar a sí mismos "tolerantes", enfocarse en lo argumentado,  sin caer en la bajeza de atacar al emisor del argumento. Si entre nosotros mismos, que nos llamamos compañeros, nos dirigimos con tanta prepotencia, de forma colérica y buscando humillar a nuestro interlocutor haciendo uso de tan penosa soberbia, ¡piense entonces qué lejos estamos de los valores que pregonamos! No me interesa extenderme más sobre este asunto, sólo le ruego que no vuelva a insultarme jamás, de lo contrario me veré obligado a exigir su destitución del partido.  

SARITA
- Alcahuete...