sábado, 14 de diciembre de 2013

Depende

- Si, ¿y?
- ¿Y? ¡Que sos grande para seguir dependiendo de tus viejos! ¡Conseguite un laburo!
- Yo ya laburo...
- Un laburo en serio, normal, algo que te de un ingreso fijo, que te permita independizarte de una vez.
- ¿Independizarme de quién?
- ¡De tus padres!
- ¿Y de los jefes que voy a tener cómo hago para independizarme? Voy a seguir dependiendo de un tercero, salvo que cumpliendo órdenes, horarios, haciendo algo que no me llena y corriendo el riesgo de que por H o por B un día me den una patada en el culo y quede sin laburo ¿Ahí qué hago, vuelvo a lo de mis viejos?
- No puedo creer que te cueste tanto abandonar el nido...
- No es eso, algún día me voy a ir (supongo) pero cuando pueda valerme por mí mismo, sin trabajar para otro, sin ser explotado por un patrón sudando como un burro mientras él o ella la levanta en pala y me tira las sobras.
- No seas exagerado, hay laburos buenos, tenés estudios y capacidad, podés conseguir algo por un buen sueldo que te de para comprarte la ropa que te gusta, salir a bailar, comer afuera...
- No estoy hablando de cantidad sino de proporción, puedo cobrar muy muy bien, aún así me seguirá molestando que otro se lleve diez veces más si soy yo el que le hace ganar esa plata. A ver si entendés, no va por la guita, prefiero ir a una plaza a tomar mate en vez de salir a bailar, ropa tengo suficiente y si quiero comer afuera me hago unos refuerzos y los como en la playa. Si voy a depender de alguien prefiero depender de mis padres que de un desconocido que encima me cae mal.
- ¡Todo el mundo labura en más o menos las mismas condiciones, que se le va hacer! Sí, es verdad, es una cagada laburar para otro, pero bueno, por ahora es lo que hay, no queda otra a veces...
- Claro, a veces no queda otra, pero en mi caso si: hacer lo que me gusta, ganar dos pesos y seguir laburando hasta que un día pueda trabajar para mi mismo sin depender de la ayuda de mis viejos...
- ¿Llegará eso algún día?
- Ni idea, ¿y vos crees que algún día dejarás de pasarte cuarenta horas semanales mirando el reloj ansiosa para salir del trabajo y poder ir al shopping, comprar la ropa que te gusta, comer afuera y salir a bailar?

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Dormir

- ¿Te vas a dormir ya?
- Si.
-¿Pero ya ya?
- Si, ya ya, ¿Por?
- No, por nada...
- Decime.
- No importa...
- ¿Querías un vaso de agua? ¡Andá a buscarlo vos, no seas mala!
- ¡No quería un vaso de agua! ¿Por qué siempre me hablás como si fuese una molestia? ¡No quería un vaso de agua!
- ¿Qué querías?
- ¿Por qué querría querer algo?
- ¿Por qué me preguntaste "te vas a dormir ya"?
- Por otra cosa.
-¿Qué cosa?
- Ahora no importa, hasta mañana...
- No te pongas pendeja, decime.
- ¿Pendeja? ¿Cuál es tu problema mijio? ¿Por qué me hablás así?
- ¿Y qué querés que te diga si te hacés la misteriosa? ¿Me vas a decir qué querías?
- No tengo ganas de que me hables así, hasta mañana.
- No seas boba, te estoy hablando bien, ¿me decís por favor por qué me preguntaste si me iba a dormir ya?
-...
-¿Me decís?
-....
-¿Me escuchás?
- ...
- ¿Te dormiste ya?

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Opinión

- Podés decir lo que quieras, pero no voy a cambiar de opinión.
- ¡No tiene sentido que te coloques en esa posición!
- Ya sé todo lo que vas a decir. No me interesa. Ninguno de tus argumentos va a cambiar lo que pienso.
- ¿Por qué?
- Porque no.
- ¡Qué sabés si todavía no te dije nada!
- No sigas, no tiene sentido.
- ¿Qué no siga con qué?
- Con ésto.
- Si tan convencida estás de lo que pensás, ¿por qué el miedo a escucharme?
- ¿Miedo? ¿Quién habló de miedo?
- Sino estás dispuesta a escuchar mis argumentos es porque tenés miedo de que te convenza, tenés miedo de que yo tenga razón y tengas que retractarte. Tenés miedo a aceptar que estás equivocada, para tu ego sería rebajarse, aceptar la derrota...
- Si tuvieras razón te sería más sencillo darme los argumentos adecuados, ya me hubieras convencido hace rato...
- ¡Pero si no me dejas hablar!
- ¿Ah no y qué estás haciendo ahora?
- No juegues, sabés de que te estoy hablando.
- ¡Viste, estás hablando, te estoy dejando hablar!
- ¡Sí pero no de lo que te quiero hablar!
- ¿Y por qué no me hablás de lo que me querés hablar en vez de hablarme de cosas de las cuales no querés hablar?
- ¡Porque dijiste que no ibas a cambiar de opinión diga lo que diga!
- Esto que estás diciendo no ayuda en nada a que cambie de opinión. Estás hablando pero sin decir nada...
- Bueno, escuchá lo que tengo para decir y después me decís. Si seguís pensando lo mismo bien, pero al menos dame el derecho a replica.
- Podés decir lo que quieras, pero no voy a cambiar de opinión.

domingo, 10 de noviembre de 2013

ARÁNDANOS

- No me dejás escuchar
- ¿Querés que te traiga sal?
- No gracias, está bien...
- ¿Cómo me quedó?
- Bien, ya te dije...
- ¿Seguro que no querés que te traiga sal? No le puse porque no sabía si te gustaba con sal o no.
- Me gusta sin sal, está bien, gracias...

- ¿Mañana a qué hora te vas?
- ¡Quiero escuchar la entrevista! ¡Por favor!
- Te pregunto para saber si me despierto más temprano para hacerte el desayuno...
- Yo me lo hago no te hagas problema.
- Te lo hago yo, no me cuesta nada.
- A mí tampoco me cuesta nada.
- Pero yo te lo hago, decime a qué hora te levantás.
- ¡Estoy viendo la entrevista pero no puedo escuchar nada! ¡Por favor!
- ¡Bueno pero decime a qué hora te levantás y no te jodo más!
- Me levanto temprano, a las siete y media.
- Ay es muy temprano...
- Si.
- ¿Te molesta si mañana no te hago el desayuno?
- ¡Me molesta que no pares de hablar mientras trato de escuchar una entrevista!
- ¿Por qué me hablás así? ¡Te hago la comida, te quiero preparar el desayuno y te enojás!
- Perdón, ya sé, sos un amor, dejame escuchar esto, son diez minutos y van al corte.
- Bueno me levanto igual, supongo que despertándome a eso de las siete me da el tiempo para prepararte un juguito, un café con leche y unas tostadas con mermelada. El marido de Miriam fue a Colonia y le trajo como cuatro bollones con mermeladas de diferentes sabores. Hoy pasó de tarde Miriam a tomar unos mates y me trajo un par de vasitos de requeson rellenos con mermelada, uno con una de duraznos y otra de una fruta rara que dice Miriam que es buenísima para todo, aranda se llama, es como la fambruesa pero violeta dice.
- Arándanos.
- ¿Lo qué?
- ¡Arándanos, arándanos!
- ¿Qué cosa decís? ¡Ay no te entiendo!
- ¡Debe ser mermelada de arándanos no de "aranda"!
- Ah sí, es de eso, de aranda.
- ¡Arándanos!
- Sí eso. Ah mirá, se fueron al corte, ahora sí, decime, ¿querés que te traiga sal?

jueves, 3 de octubre de 2013

M'HIJO EL PAYASO (versión hardcore)

INT. SALA DE ESPERA SALA DE PARTOS – NOCHE

Sala de espera de un hospital en ruinas. Un PAYASO (27) camina nervioso de un lado a otro. Lleva puesta una enorme nariz roja y un gorro de aviador. Viste saco de leñador, pantalones de jean calzados por encima del ombligo, sostenidos por un par de tiradores azules que cruzan por delante de una remera lisa naranja. Zapatos marrones. El PAYASO detiene su andar, mira a derecha hacia una puerta ancha de un blanco percudido con un letrero que reza “SALA DE PARTOS”. Junto a la puerta dos carteles: uno de una NURSE (30) de mirada dulce pidiendo silencio con su dedo índice; el otro un oxidado “PROHIBIDO FUMAR”.  Nervioso saca un paquete de tabaco y hojillas. Comienza a armar, pasa la lengua, saca una cajilla de fósforos pero antes de prender el cigarrillo escucha que alguien le chista. Vuelve a mirar a derecha, esta vez enfoca su vista en la NURSE del cartel Su postura ha cambiado, su entrecejo está fruncido, sus labios apretados, su dedo señala a izquierda. El PAYASO (aún con el cigarrillo en la boca) se refriega los ojos con la manga del saco, no puede creer lo que está viendo. Recorre con la mirada en la dirección indicada por el dedo de la NURSE, ésta señala el cartel de “PROHIBIDO FUMAR”. El PAYASO, atónito, desarma con los dedos el cigarrillo mientras observa caer el tabaco al suelo. Se escucha la puerta abrir y gritos de mujer antes de que vuelva a cerrarse. El PAYASO gira la cabeza de inmediato, apunta sus ojos hasta la puerta de la sala de partos y sale hacia ella disparado. Una ENFERMERA (27) aparece recostada contra la puerta, se la ve agobiada. Lleva puesto un tapabocas, un sombrero de nurse, su uniforme percudido (pantalón y túnica). El PAYASO se acerca, se quita el gorro (vemos que está peinado con gel hacia atrás), tamborilea sobre él con dedos nerviosos, mira a la ENFERMERA, le habla pero de su boca sale un gracioso e inentendible chiflido.

SUBTÍTULOS PAYASO

¿Alguna noticia de mi pibe?

La ENFERMERA lo mira extrañada, se baja el tapabocas, saca del bolsillo de su túnica una petaca de whisky, bebe un sorbo y vuelve a entrar a la sala. Se escuchan los gritos, el PAYASO trata de espiar hacia adentro. La puerta se cierra.
El PAYASO mira enfadado el cartel de la NURSE (volvió a su posición inicial).  Saca su tabaco y sus hojillas, se arma un cigarro. La NURSE vuelve a chistar. El PAYASO la mira, la NURSE señala el “PROHIBIDO FUMAR”. El PAYASO saca el cigarro de su boca, de inmediato se coloca de perfil, acerca su mano cerrada a sus labios y comienza a soplar como si estuviese inflando su puño. A medida que sopla su dedo mayor se levanta hasta quedar bien paradito, apuntando a la NURSE en claro gesto obsceno. El PAYASO le dirige una mirada desafiante, vuelve a colocar el cigarro en su boca, saca sus fósforos y lo enciende. La NURSE cambia nuevamente de postura, ahora sus manos forman un arco alrededor de su boca, como si estuviese hablando al tiempo que amplifica lo que dice. Por los altavoces se escucha la voz de la NURSE.
NURSE (OFF)

Enfermera Beatriz Galván presentarse en sala de espera. Enfermera Beatriz Galván presentarse en sala de espera. Gracias.

La ENFERMERA entra en la sala de espera, se escuchan jadeos de mujer los cuales cesan al cerrar la puerta de la sala de partos. El PAYASO gira dándole la espalda, continúa con el cigarrillo en la boca, pita nervioso. Detrás de sí la ENFERMERA olfatea el aire, dirige una mirada inquisidora hacia el PAYASO y camina enérgica hacia él. Lo voltea del hombro. Quedan cara a cara. El PAYASO se mantiene inmóvil, sonríe como sí nada. La ENFERMERA se baja el tapabocas, lo observa con rostro de piedra, inexpresiva, le saca el cigarro de la boca, fuma una pitada profunda, lo tira al suelo y aplasta. Escupe el humo al PAYASO, quien tose torpemente. La ENFERMERA entra a la sala de partos. El PAYASO, con los labios caídos y las cejas curvadas hacia abajo mira a la NURSE, quien ha vuelto a su posición inicial.
El PAYASO camina nervioso de un lado a otro, detiene su andar, lleva nuevamente la mano al bolsillo de donde antes sacó su tabaco. Siente un chistido. La NURSE señala nuevamente el cartel de PROHIBIDO FUMAR. El PAYASO se detiene, acaricia su mentón pensativo, mira el cartel de la NURSE, sonríe irónico y busca en su otro bolsillo. Esta vez en lugar de tabaco saca un globo color azul. Comienza a inflarlo, cuando va por la mitad aprieta los bordes del orificio por donde se infla, dejando escapar un molesto silbido. La NURSE vuelve a pedir silencio, ahora con mirada furiosa. El PAYASO infla el globo y cuando está lo suficientemente grande lo ata y deja caer al suelo. Acompaña la caída con la mirada, ríe ansioso. Repite la acción con infinidad de globos de diferentes colores.
La ENFERMERA sale de la sala de partos con un bulto envuelto en sábanas. El PAYASO suelta un globo a medio inflar, camina acelerado hasta la ENFERMERA, se para de golpe, no aparta la mirada del bulto y con los dedos tamborilea nervioso sobre su gorro. La ENFERMERA mira a su alrededor espantada, ¡toda la sala de espera está llena de globos! Da el bulto al PAYASO como quien pasa una bolsa de papas. El PAYASO comienza a hablar eufórico, de su boca vuelve a salir ese gracioso chiflido.

SUBTÍTULOS PAYASO

¡Mi hijo, al fin! ¡Soy padre, soy padre!

La ENFERMERA parece haberse vuelto loca, aplasta los globos tras el PAYASO, quien corre las sábanas descubriendo a su HIJO. El HIJO tiene la cara pintada de blanco con una lágrima negra bajo un ojo, lleva un bombín oscuro, camisa blanca y moño rojo. El PAYASO comienza a chiflar angustiado.

SUBTÍTULOS PAYASO

¡Pero este niño no es un payaso, es un mimo! ¡Es un mimo!

El PAYASO mira a su alrededor con el HIJO en brazos, chifla desesperado.
SUBTÍTULOS
¡Che este pibe no es mío! ¡Este pibe no es mío! ¡No es mío. No es míoooooooooooooo!

El cartel de la NURSE, una vez más, ha cambiado de postura, ahora sonríe maléfica mientras hace cuernitos con una mano sobre su cabeza.

FIN





CRÉDITOS
Al finalizar el corto, mientras pasan los créditos vemos subtítulos en la zona inferior de la pantalla.

SUBTÍTULOS


El tipo era payaso, pero el hijo le salió mimo. O sea, la mujer lo cagó. Para mí el final se entiende, pero el director me pidió que les explicara por las dudas. Me llamo Victor, soy el señor de los subtítulos, tengo 40, mido 1-68, ojos verdes, vivo en la Unión. Busco mujer entre 20 y 50 para relación seria.

jueves, 1 de agosto de 2013

Charla de dos tipos que no saben nada

LUIS- No me siento capacitado para votar la aprobación o no del asunto.
NACHO- ¿Por qué lo decís?
L- ¡No tenemos datos!
N- ¡Sobran datos, pero hay que buscar, informarse!
L- Te estoy hablando de datos crudos, sin interpretación mediante. Capaz que podés conseguir datos fiables pero si investigás profundamente y por tu cuenta. Incluso así veo complicado que yo pueda llegar a sentirme capacitado para decidir en un asunto como este.
N- ¿Decís que con los datos que podés recoger de los informativos, los diarios, las radios y de internet, no podés colocarte en un punto medio entre una postura y otra y llegar a razonamientos y conclusiones más objetivas?
L- Hacer eso sería una especulación y nada más que eso, el punto medio entre una postura y otra no tiene por qué ser lo más cercano a la realidad, y si así lo fuera de todos modos seguiría sin ser la verdad en sí misma. No podés confiar en lo que sale en los medios, el periodista es un empleado que trabaja para una empresa, la empresa vive en gran medida de la publicidad, es decir, el periodista no habla por él, habla por la empresa y la empresa a su vez debe hablar por las corporaciones que la financian.  Si yo te banco el alquiler de tu almacén y vos ponés un cartel en la entrada que dice “Luis le pega a su mujer”, me estás perjudicando, me van a meter en cana por tu cumpla, lo más lógico es que te deje de pagar el alquiler (y que aparte te mande pegar). Es una locura, pero no estoy diciendo nada que nadie sepa si digo que los medios masivos tienen intereses creados a la hora de largar la información, intereses económicos y políticos. Pensá otra cosa, ¿de dónde se saca la plata para las campañas políticas? Algún subsidio tendrán, pero nada de todo eso es gratis. Los militantes no financian las campañas políticas, podrán aportar o no, ¿pero cuánto? Nada, o casi nada ¿Sabés cuánto sale el segundo al aire en la tanda comercial en hora pico?
N- No ¿cuánto?
L- Ni idea, pero seguro que carísimo.
N- Si, seguro, y esa plata para las campañas sale también de las corporaciones
L- Ni idea, pero de algún lado tiene que salir tanta guita para televisión, radio, cartelería, y si la guita no sale de los militantes ni del bolsillo de los políticos…
N- Ojo, capaz que los políticos ponen guita para las campañas
L- Poner deben de poner, supongo, algo aunque sea, pero estamos hablando de mucha guita, campañas a nivel país, con más presencia en los medios que un shopping que acaba de abrir ¡No seas malo, es mucha guita, ni Coca Cola hace campañas a esas escalas en un sólo país!
N- Seguro hay empresas que financian las campañas.
L- ¿Y por qué? ¿Por ideología? ¿Hay empresarios ricos y de izquierda? Porque alguien financia también las campañas de izquierda ¿Cómo se puede ser de izquierda y rico al mismo tiempo sin caer en la contradicción?

N- Volviendo al tema de los datos y esa cuestión ¿Qué pasa con internet? Ahí depende de uno hacerse con la información y poder discriminar que es fiable y que no.
L- Claro, internet por el momento está bastante democratizado, igual se hace difícil conseguir fuentes fiables, aunque las encontraras ¿cómo harías para comprobar realmente su fiabilidad? Además reconocer o no la fiabilidad de una fuente de información depende también de la persona, mi hermano, por ejemplo, llega a ver en youtube un tipo disfrazado de doctor diciendo que la masturbación causa daños cerebrales permanentes y se deja de hacer la paja.
L- Jaja, es cierto, hay mucha información en internet, es difícil elegir que tomar en serio con tanta cosa junta, ni hablemos si tus parámetros más altos de fiabilidad están delimitados por el “Yahoo Respuestas”.

N- ¿Me entendés ahora?
L- Si, es verdad, creo que yo tampoco estoy capacitado para votar. 
N- Ojo, capaz que hay gente que lo está, gente que tiene la posta…
L- Y nosotros somos tremendos giles…
N- Lo somos

miércoles, 31 de julio de 2013

Charla al bajar de un bondi

HUGO: ¿Te diste cuánta la cantidad de cosas que pasan en un bondi?
ELIANA: Si, de todo
H: ¿Por qué casi no se ven escenas ni en cine ni en televisión que pasen arribe de un bondi?
E: En las películas yankees y europeas se ven bastantes escenas en estaciones y en trenes o subtes
H: Pero en las comedias venezolanas, mexicanas, en las brasileras o las argentinas,  ¿cuántas escenas arriba de un tren has visto?
E: No sé, no me he fijado, pero unas cuantas supongo
H: No, ni ahí, estoy seguro que casi no existen ni bondis ni trenes en el cine latinoamericano y mucho menos en la tele
E: No sé, nunca presté atención 
H: Creme, es así, hay miles de escenas de charlas arriba de un taxi o en autos, pero no en bondis ni en trenes ni en subtes. Me acuerdo de "Onibus 174", la película brasilera, pero ahí el tema no pasa por la dinámica diaria del bondi...

E: Capaz que se complica porque en Latinoamérica viaja mucha más gente en trenes, no se puede parar el recorrido de un tren para una filmación, y grabar en un bondi te deja con muy poco espacio para luces y esas cosas.
H: ¿Y por qué no graban de noche cuando los trenes están apagados?
E: Yo que sé
H: Otra cosa, grabar en un bondi no debe ser lo más cómodo del mundo, pero en el cine y la televisión latinoamericana hay escenas de acción, baleadas, persecuciones, miles de momentos que fueron filmados en baños diminutos, y un montón de otras cosas, que ahora no me vienen a la mente, pero que seguro son más difíciles de filmar que la dinámica interna del bondi.
E: ¿Estás diciendo que los guionistas y directores latinoamericanos no viajan en bondi?
H: No, ni ahí. Es más, creo que es más probable que un director de cine uruguayo viaje en bondi a que los hermanos Coen lo hagan.
E: ¿Entonces cuál es tu teoría?
H: No tengo ninguna
E: ¿Cómo que no tenés ninguna teoría? ¿Y a qué viene todo este discurso?
H: No es un discurso, es una idea que me vino cuando bajé del bondi y la estoy analizando por primera vez con vos
E: Ah bien, entonces si algún día de esto sale una gran descubrimiento antropológico vamos cincuenta cincuenta en el reconocimiento

H: No sé, no le encuentro la explicación…
E: ¡Pará, me acordé!
H: ¿De qué?
E: ¿En "Whisky" no hay una escena que es arriba de un bondi?
H: ¡Creo que sí!
E: En realidad no me acuerdo si era en "Whisky" o en otra, pero estoy segura de que era uruguaya (creo)
H: Me pasa lo mismo ¿Segura que no es en "Whisky"? ¿La vieja no viaja a la fábrica o a la casa en bondi y la muestran contra la ventanilla mirando para afuera con cara de nada?
E: Siempre está con cara de nada
H: Si, pero acá está con cara de nada mirando por la ventana del bondi
E: ¿Y cuál es la diferencia?
H: En el caso particular de esta tipa, suponiendo que efectivamente hay una escena de bondi interpretada por ella (creo que se llamaba Marta en la película), la loca siempre tiene cara de nada, es verdad. Pero podría sacar a Marta y ponerte a vos, haciendo lo mismo, mirando para afuera, viajando en el bondi apoyando la cabeza en la ventana y con cara de nada.
E: Jaja, me siento muy identificada con esa imagen, varias veces viajé así, como una mutanta…
H: Mutante
E: No jodas, es lo mismo...

H: Creo que el bondi es el momento en el que más actividad mental hay en mi cerebro. Pienso al mismo tiempo en lo que tengo que hacer cuando llegue a casa, pienso en lo que me pasó en el día, en lo que voy a comer, escucho música, hay olor a chivo o a perfume, pero está lleno de olores, hay ruidos del motor, del engranaje, de la calle y los autos, están las charlas de la gente que forman como un murmullo, el guarda que grita, alguno que lo putea y el bondi entero sigue la discusión, tipos que tocan la guitarra, gente que vive en la calle que se sube a pedir monedas. Bastante seguido me pasa que estoy cerca de una mina linda y la miro haciéndome el gil, después me persigo, siento que la estoy poniendo incómoda de tanto mirarla, dejo de hacerlo, trato de evitarla y en una, sin querer, la miro y justo en ese preciso instante ella me mira, y pienso “mierda, hace rato que no la miro y justo cuando ella me mira voy y la miro, va a pensar que soy un pajero que no ha parado de mirarla”…
E: Jaja, te pasa de todo en el bondi
H: ¿A vos no?
E: Si, supongo que a mí también

H: ¿Será que nos da vergüenza nuestro transporte público y por eso no los mostramos?
E: Motivos los hay…

H: O capaz que nadie le da la importancia que yo le doy a las cosas que pasan cuando viajo en bondi…

E: Eso también puede ser…

lunes, 29 de julio de 2013

Mi hijo el payaso.

INT. PASILLO DE ESPERA HOSPITAL – DÍA

Pasillo de hospital. Poca decoración, paredes blancas, sillas de espera, un cuadro con una enfermera pidiendo silencio con el dedo sobre sus labios, un cartel de “prohibido fumar”.
Sobre una puerta un letrero reza “sala de partos”. Al fondo del pasillo un PAYASO sentado en medio de una fila de tres asientos, viste un colorido disfraz que contrasta con la neutralidad del entorno. Repiquetea los pies en el piso, tamborilea sobre las rodillas con los dedos de su mano derecha, mientras se come las uñas de la izquierda. Mira hacia la puerta. Se pone de pie, se acerca a ella, amaga a golpear pero se detiene, se muerde el puño, pega la vuelta y regresa a su asiento. Vuelve a pararse casi inmediatamente y esta vez, con paso más decidido, se acerca a la puerta de la sala de partos. Golpea una vez, espera, nadie responde. Insiste, nada. Vuelve a intentarlo, en esta ocasión con exagerada vehemencia.

Una ENFERMERA abre con brusquedad, mira seria al Payaso, dueña de un notorio enfado, viste enteramente de blanco a excepción de una pequeña cruz roja en su sombrero. El Payaso se encoje de hombros, baja la vista al suelo. La Enfermera sonríe, lo toma del hombro y (sin dejar de sonreír) lo lleva hasta su asiento. Se despide con una palmadita en el hombro. Regresa a la sala de partos.
El Payaso vuelve a repiquetear los pies en el suelo, a tamborilear con sus dedos y a comerse las uñas.

Saca de un bolsillo en su disfraz una caja de cigarros. Toma uno, lo coloca en su boca, pero antes de encenderlo levanta la vista y su mirada choca con el cartel de “prohibido fumar”.
El Payaso refunfuña, guarda el cigarro en la caja, y la caja en el bolsillo de donde salió.

Refunfuña de brazos cruzados. Repiquetea los pies, tamborilea con los dedos sobre sus rodillas, se come las uñas.
Vuelve a mirar el cartel de “prohibido fumar”, extiende hacia él su puño cerrado y levanta el dedo anular a medida que con la otra mano realiza una mímica simulando girar una manivela, dando la sensación que con este movimiento está poniendo en funcionamiento el gesto obsceno realizado.

Saca un cigarrillo, lo prende y comienza a fumar. Escuchamos unos pasos acercándose, se abre la puerta, la Enfermera atraviesa el pasillo de izquierda a derecha a paso acelerado y entra en una puerta sin letrero que enfrenta a la de la sala de partos. Al fondo vemos al Payaso, se para de golpe y trata de apagar el cigarro en la suela de su zapato. La Enfermera cruza el pasillo nuevamente, no lleva puesto el tapa bocas. Se detiene a mitad de su camino, comienza a olfatear el aire. Gira su cabeza hacia el Payaso, camina hacia él con paso firme y mirada inquisidora. Se detiene a su lado, comienza a olfatearlo, trata de oler a sus espaldas pero el Payaso gira evitándola, ella intenta tomarlo de un brazo pero el Payaso la esquiva. Cansada del juego la Enfermera detiene una mirada acusadora en los ojos del Payaso, gira y camina hacia la puerta de la sala de partos. A penas se aleja el Payaso fuma rápidamente las últimas dos o tres pitadas que le quedaban al cigarrillo que fue consumiéndose solo.

La Enfermera gira sobre su eje, sorprendiendo al Payaso, quien arroja el cigarro al suelo y disimula colocando su zapato sobre él.

La Enfermera, furiosa, camina enérgica hasta el Payaso. Éste permanece inmóvil, tieso como una estatua, aterrorizado. La Enfermera acerca su rostro al del Payaso, clava en él su mirada y señala efusivamente el cartel de “prohibido fumar”.
El Payaso continúa estático, la Enfermera sonríe con compasión, lo toma amablemente de un brazo, lo acerca hasta su asiento, vuelve a señalar el cartel de “prohibido fumar”, lo despide con una palmadita en el hombro y vuelve a ingresar a la sala de partos.

El Payaso repiquetea los pies en el piso, tamborilea los dedos sobre sus rodillas, se come las uñas. Observa el cartel de “prohibido fumar”, coloca la mano en su bolsillo sin apartar de vista del letrero, se detiene un segundo pensativo. Saca una bolsita transparente llena de globos. Toma uno color rojo, lo infla un poco, aprieta la boca del globo dejando escapar un poco de aire que provoca un molesto chiflido. El globo se desinfla por completo, vuelve a inflarlo. Cuando está lo suficientemente grande le hace un nudo y lo tira al techo. Acompaña con su mirada la lenta caída del globo hasta llegar a tocar el piso. Mira el cartel de “prohibido fumar”, sonríe sínicamente. Toma un globo naranja, lo infla, lo ata y lo tira al techo, lo observa caer.
Repite la acción con un globo amarillo, uno verde, uno azul y luego con varios globos de diferentes colores.

La Enfermera sale de la sala de partos con un bulto envuelto en sábanas. El suelo del pasillo está lleno de globos. El Payaso se pone de pie de un salto y esconde detrás de sí un globo a medio inflar. Permanece inmóvil mientras la Enfermera se acerca hacia él con paso enérgico y mirada intimidante. Se detiene con sus ojos justo enfrente de los del Payaso, a pocos centímetros de su rostro. El Payaso mira al suelo avergonzado. La Enfermera sonríe compasiva, el Payaso levanta la vista. Entre aquellas sábanas que trae la Enfermera está envuelto su hijo. La Enfermera le da al niño, el Payaso lo toma entre sus brazos con exagerado cuidado. Mira el bulto y luego a la Enfermera, ella sonríe y asiente con la cabeza.

El Payaso descubre el rostro del niño, es un bebé de juguete, lleva puesta una nariz roja.

El Payaso aprieta cariñosamente el bebé contra su pecho al tiempo que levanta la cara al cielo y festeja agitando un puño en alto.


jueves, 4 de julio de 2013

Radio La Colifata

Hospital Neuropsiquiátrico Dr. José Tiburcio Borda, 3 de agosto de 1991. En el patio del manicomio un grupo de pacientes se reúne en torno a una pequeña grabadora de cassette. Nace una luz en medio de un espacio lúgubre, "una prisión sin rejas, un depósito de alienados" (según la descripción dada por algunos de los pacientes en el documental de Carlos Larrondo LT22 Radio La Colifata). 

La Colifata, así bautizaron los protagonistas a la primera radio comunitaria en el mundo en emitir directamente desde un hospital psiquiátrico conducida por sus propios internos. La idea de Alfredo Olivera, por ese entonces estudiante de psicología, fue utilizar la herramienta radial como canalizador de la locura, creando un espacio para rescatar la subjetividad de la persona. 

La pérdida del lenguaje asociada a la psicosis es combatida gracias a la utilización del medio radial. Dadas las características de la dinámica de trabajo en Radio La Colifata, la persona puede participar abiertamente a partir de sus motivaciones, sabiendo que del otro lado existe un tercero como destinatario, alguien a quien llega su mensaje. 

Volver a hablar en nombre propio generó un beneficio casi inmediato a nivel terapéutico, paulatinamente y a ritmos diferentes, los protagonistas encontraron en la actividad radial un punto de anclaje para su recuperación, un tipo de terapia mucho más efectiva y benévola que la tradicional utilización de psicofármacos. 

Gracias a la retransmisión en diferentes  emisoras radiales y la donación de una antena para colocar en el hospital, la voz de los colifatos comenzó a "romper los muros". 

Al escuchar Radio La Colifata la construcción histórica de la locura en el imaginario social es destruida por completo, se reconstruye el concepto en los oyentes a partir de la voz de los pacientes. Los locos no están tan locos como creíamos, ni son esos seres peligrosos que los medios masivos se han dedicado a mostrar. Se combate el estigma revelando la otra cara de la demencia al tiempo que se denuncia las vergonzosas condiciones en las cuales vive el paciente psiquiátrico dada la pauperrima realidad de la salud mental argentina. 

La Colifata tiene su arista terapéutica y su arista comunicacional, ambas van de la mano, la radio funciona como herramienta de recuperación, reinserción social y desestigmatizante.

El proyecto que comenzó sin recursos técnicos, económicos y sin apoyo institucional, fue creciendo en el correr de los años gracias al trabajo constante de los protagonistas, el equipo de profesionales, voluntarios, colaboradores, padrinos y, sobre todo, gracias a la participación activa de oyentes y personas que visitan todos los sábados la fonoplatea asistiendo en vivo a la transmisión. 

El modelo de La Colifata es imitado hoy día en varias partes del mundo, en Uruguay, por ejemplo, existe hace unos quince años Radio Vilardevoz, la cual transmite todos los sábados desde el hospital Vilardebó. 

"La Colifata se transformó en herramienta potente que abrió espacios para trabajar el problema del estigma de la locura, a la vez que logró constituirse en un espacio clínico de inusitada potencia. Radio La Colifata no es sólo una radio, es un proyecto alterativo y deconstructor de sufrimientos. Es puente que conecta y nos hace "artistas" en la creación de condiciones para un  encuentro."  (http://lacolifata.openware.biz)

sábado, 22 de junio de 2013

El halcón Maltés (1941), de John Huston.

Labios rasgados sosteniendo un tabaco de costado, humedecidos con regularidad por alguna bebida espirituosa. Sombrero gacho inclinado. Mirada dura. Sonrisa sardónica. Colérico e indócil. Paradigma del antihéroe, Humphrey Bogart nació para interpretar a Sam Spade.

John Huston pensó en George Raft para el papel del detective, rol protagónico de su primera película: The maltes falcon. Raft se negó a trabajar con un director novato y Huston fue a por su segunda opción. 

Humphrey era un actor de teatro que comenzaba a hacerse un nombre en la industria cinematográfica luego de su papel en El bosque petrificado, película de 1936 en la que interpretó a Duke Mantee, un peligroso gunster a quien Bogart ya había representado en Broadway de manera brillante. 

A diferencia de Raft, a Bogart no pareció importarle demasiado la inexperiencia del director.

Me permito fantasear imaginando aquel encuentro. 

Estamos en el despacho del productor Hal B. Wallis en algún rincón de la gigantesca Warner Bros. En la sala se ha formado un triángulo con tres sillones oficiando de vértices. En uno Wallis, en otro Huston. En la punta de la flecha Humphrey Bogart. Su sombrero inclinado, su cara de piedra. Fuma mientras revuelve su vaso de café con cognac. Director y productor argumentan nerviosos, intentan convencerlo de que será una gran película. El actor presta poca atención. Regresa de golpe de su aparente ausencia, cortando el torrente de palabras de sus interlocutores con una carcajada maliciosa. De un trago bebe lo que le queda en el vaso, clava su mirada en los temblorosos ojos de Hal y pregunta sin rodeos ¿Cuánto dinero hay? En este momento Wallis y Huston escuchan por primera vez la voz de Sam Spade. Cerrado el trato Bogart se despide abandonando el despacho con una sonrisa endemoniada. ¿Cómo es que ésta no fue nuestra primera opción?, piensan los hombres que aún permanecen sentados cada uno en su respectivo sillón.


Huston trató de ceñirse lo más posible a los diálogos y situaciones de la novela, tarea para nada sencilla. Por más que se mantiene bastante fiel a la historia original, varían algunos aspectos importantes a nivel narrativo. Por ejemplo, cuando Brigid visita el despacho de Spade en la película es el propio Archer, sin que la mujer lo pida, quien se ofrece a ocuparse él mismo del caso. En el libro, por el contrario, Brigid  pide expresamente que uno de los dos detectives se encargue personalmente del trabajo. Éste es un detalle importante, constituye uno de los argumentos más fuerte que Spade menciona en el final al acusar a Brigid del asesinato de su socio. 


De todas maneras cuando se trata de adaptaciones, son aquellos que han leído el libro quienes se quejan y patalean por esta clase de cosas, donde el público que sólo ha visto la película parece no advertir falencia alguna.

Desde lo visual, las atmósferas creadas con los claros oscuros, los ambientes espesos, el aire viciado por humo de tabaco, la vista de San Francisco desde las ventanas del despacho del detective, la tipografía del letrero que reza Spade and Adler apareciendo invertida desde el escritorio de Sam, cada detalle del arte y la composición, enriquece la historia y retrata la esencia de lo escrito por Hummett.

Mientras su carrera comenzaba a declinar, George Raft veía arrepentido como The maltes falcon de Jhon Huston, estrenada en 1941, se convertía en un clásico de la cinematografía estadounidense y en obra génesis del cine negro.




Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.

Los por qué son inatrapables. Cuando parece que estamos a punto de abrazarlas, las verdades se escurren por entre nuestros brazos y de la aparente respuesta inicial descubrimos una pregunta aún mayor. 

Sabiendo que era imposible, comenzó de todos modos a escribir para tratar de entender el mundo. A sus ochenta y siete años, José Saramago reconoció que nunca logró aquel utópico objetivo. Sin embargo, como un doctor parado frente a una extraña enfermedad de la cual no conoce con precisión las causas, pudo sí dar un diagnóstico exacto de la actualidad, describiendo los síntomas que padecemos como sociedad valiéndose de alegorías fantásticas. 

Tras la insistencia del director brasileño Fernando Meirelles, el escritor luso cedió finalmente a otorgar los derechos para la primera adaptación cinematográfica de una de sus obras: Ensayo sobre la ceguera. El resultado fue Blindness, un drama de ciencia ficción protagonizado por Julianne Moore. 

La película mantiene esa perturbadora violencia que brota del Hombre al enfrentarse ante situaciones límites, aspecto intrínseco de la bajeza humana que forma parte de la esencia del libro. Pero como era de esperar, la versión de Meirelles no le llega ni a los talones al texto original. 

Todo transcurre en una ciudad cuya identidad jamás es revelada, podría tratarse de Montevideo, Lisboa o Nueva York. Tampoco sabemos como se llaman los personajes, su construcción psicológica es tan rica que sobra saber sus nombres.

Saramago fue un maestro destruyendo las estructuras narrativas clásicas. Literato, conocedor profundo de su lengua, se divirtió rompiendo todas y cada una de las reglas y consejos que suelen brindar a los alumnos los profesores de literatura. 

Párrafos casi infinitos. Subordinada tras subordinada los enunciados se vuelven largas hileras de caracteres consecutivos, filas de hormigas que demoran en llegar al punto final. Diálogos insertos en una oración sin comillas que los aíslen, sin aclararnos quién habla, empezando con mayúsculas después de una coma. 

Como en las Intermitencias de la muerte (donde de un día para el otro la parca decide dejar de trabajar) o en Ensayo sobre la lucidez (donde el 90% de los ciudadanos de una capital optan por votar en blanco poniendo en jaque al oficialismo y los demás partidos políticos), en Ensayo sobre la ceguera, una situación extraordinaria sirve de punto de partida para escudriñar en las profundidades del espíritu humano, exponiendo a la luz su lado más oscuro como también sus aspectos más nobles y sus mejores virtudes. 

Dueño de un pesimismo raro, Saramago agita las conciencias mostrándonos al mismo tiempo lo cerca que estamos del apocalipsis y de la salvación, caminando ciegos por una delgada línea divisoria. 



viernes, 14 de junio de 2013

LA NIÑA ONIRONAUTA

4 de julio de 1862. Charles Lutwidge Dodgson navega por el Tamésis acompañado por su amigo Robinson Duckworth y las tres hermanas Liddell: Lorina, Edith y Alice. Fue allí donde Dodgson, con la espontaneidad de un versolari, comenzó a narrar para las niñas una historia improvisada: Las aventuras subterráneas de Alicia. 

Soñando en la lucidez de la vigilia, de paseo por el río nace una niña onironauta, que al visitar un mundo disparatado donde el tiempo es difuso y los espacios se transforman con solo mover la vista atrás, enfrenta con valentía cada desafío impulsada sobre todo por su infinita curiosidad. Las preguntas están aunque parezcan sobrar. Todo alrededor se ha vuelto muy extraño pero Alicia acepta y actúa. Llora cuando quiere llorar, prueba ésto y aquello, ríe, se enoja, corre, salta,  se encoje, crece y se vuelve a achicar. 

"Sr. Dudgson, me gustaría que escribiera las aventuras de Alicia para mí." Prestó juramento a la niña (musa inspiradora de lo que sería tiempo después su obra maestra) y se obligó a sí mismo a escribir la historia tal cual la recordaba. 

No podemos hablar de escritura automática si sabemos que el autor (bajo el seudónimo de Lewis Carroll) escribió desde el recuerdo, acción en la cual debió intervenir necesariamente su pensar. De todas formas, en su gestación, la historia nació de la improvisación. Aquí radica su extraordinaria naturaleza, la espontaneidad con que fue concebida primeramente Alicia en el país de las maravillas es lo que le otorga al relato su exquisita fluidez. 

Carrol viajó en el tiempo a 1924 y sentado en su escritorio, antes de ponerse a escribir, dedicó un buen rato a leer el manifiesto surrealista de André Breton con especial atención. Una vez revisado el documento, se dispuso a liberar su imaginación de todo convencionalismo utilitario. ¿Traicionó sobre el final dicho manifiesto al caer en un deus ex machina para justificar la existencia de aquel maravilloso país con el antiguo En verdad fue todo un sueño? Ésto no tiene importancia, como tampoco la tiene revelar el final de una historia que es extremadamente rica y original en su desarrollo, en el cual, como dijimos, no hay el menor interés en preguntarse los por qué. Las cosas pasan, punto, siéntese, relájese y déjese llevar.

Comparar un libro con su adaptación cinematográfica es siempre tarea funesta. El amor por un medio o el otro, por una u otra versión, nubla la vista, marea, nos lleva a inclinar la balanza sin objetividad. Las historias cambian por una necesidad clara, los ritmos narrativos son muy diferentes del libro al cine. El autor de una película tiene la atención del espectador por un lapso de tiempo reducido. El escritor, por el contrario, acompaña con su obra al lector de la librería hasta su casa, de su estar a su habitación, de su barrio a la playa.

En el clásico de Disney de 1941, Alicia en el país de las maravillas es adaptada de manera brillante. Es cierto, cambian diálogos, situaciones y personajes. Se pierde la complicidad que Carroll genera al dirigirse permanentemente al lector como si todos fuésemos unos niños, que sentados sobre nuestras piernas, escuchamos sus historias con atención. 

De todas formas ambas versiones cargan el mismo espíritu. Las situaciones disparatadas, la transformación permanente de los espacios, todos los aspectos fantásticos del cuento, se ven enriquecidos por la animación y los colores. En cuanto al guión, se respeta (incluso en su traducción al español) el permanente juego con las palabras del cual Carroll se abraza para generar constantes malentendidos, puntos de partida para el drama y el humor.

Niños, onironautas, psiconautas y surrealistas, adultos perdidos que desean recuperar su capacidad de imaginar sin límites racionales: están todos invitados a tomar el té de Alicia en el país de las maravillas. 


miércoles, 29 de mayo de 2013

La ética de Sam Spade.

Cuentos de raciocinio, así llamaba Edgar Alan Poe a  Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Marie Roget y La carta robada, obras génesis del género policial. 

Dupin, Holmes, Hércules Poirot, antes que detectives, son hombres ilustres, respetados, más prudentes que Ulises. La sacra verdad como primer objetivo a alcanzar y el placer del juego inferencial que constituye su búsqueda,  son sus motivaciones primeras. 

En la novela detectivesca el contexto en el cual se engendraba el crimen era secundario, el factor social y moral en el que se concebía totalmente subvalorado y los detectives, como vimos, hombres puros amantes de la verdad. Así fue hasta el nacimiento de The Black Mask Magazine, revista del género pulp, donde escribieron (entre otros) dos grandes pioneros, padres de la novela negra: Raymond Chandler y Dashiell Hammette.

Durante la  Gran Depresión de 1930, con El Halcón Maltés quedó declarada la guerra de estilos. Hammette pateó el tablero, tomó de los tobillos aquel detective elevado y de un tirón lo bajó de su pedestal para arrastrarlo en el barro. Acható su nariz respingada, le inyectó sangre humana en las venas, lo volvió pecador, duro, insensible, como un satanás rubio.

Engendro de un ambiente corrupto y despiadado, Spade se protege en el cinismo, no confía en nadie y nadie puede confiar en él. Lealtad, amistad, bondad, prudencia, honestidad, y el resto de los valores morales, no significan nada.

El amor no interviene en sus relaciones interpersonales, ni Iva, Effie, Brigid, ni ninguna otra mujer, generarán jamás en él un interés mayor que el sexual. Las personas a su alrededor son objetos manipulables que pueden ayudarlo a cumplir sus objetivos, nada más.

Fuera de la ficción el mundo parece derrumbarse, el capital es la deidad reinante, la guerra es todos contra todos, a nadie le interesa salvar el mundo, se conforman con salvar su propio culo. Hammett traslada esta realidad a la ficción detectivesca.

A Spade no le vengan con el discurso de la búsqueda de la verdad, el honor ni el deber, sino con 200, 500 o 5000 dólares, dependiendo de la situación. La ética del dinero dirige su accionar.







domingo, 26 de mayo de 2013

LA LECHUGA


ARGUMENTO DE UN CORTO QUE NUNCA EXISTIÓ.

Una lechuga sobre la mesada, resiste inmóvil la atenta mirada de un Lorenzo (30) que luce algo nervioso.
El hombre camina de un lado a otro de la cocina sin perder de vista la lechuga crespa.

Le dice que es hermosa, la lechuga más linda que vio en su vida. Le habla de otras lechugas que conoció otrora: romanas, repolladas, silvestres de hojas verticales orientadas hacia el norte y al sur, lechugas venenosas de uso medicinal, algas clorofíceas (mal llamadas lechugas de mar) que supo conocer recorriendo mares europeos, y muchas, muchísimas lechugas crespas, pero ninguna como ella.

Era la primera vez que Lorenzo sentía algo así por una lechuga, pero ahora, con el tomate ya cortado, la situación era casi impostergable, Patricia (30), su señora, llegaría en cualquier momento con el pescado frito y él prometió esperarla con una ensalada mixta ya condimentada.

Abre la canilla de la pileta y acerca la lechuga al chorro de agua, pregunta si así está bien o si se siente muy fría, al no recibir respuesta abre un poco más la caliente, luego la cierra un poquito, abre más la fría, deja la lechuga sobre la mesada y pone su brazo bajo el chorro de agua. Con la canilla aún abierta mira fijo a su lechuga, le parece un cruel destino para una lechuga tan hermosa el terminar compartiendo estómago con tres tomates mediocres y postas de pescado.

Hermosa, hermosa, repite a la lechuga una y otra vez.

La abraza contra su pecho. La toma en sus manos, la frota despacio sobre su rostro, suspira tras la suave caricia del dorso de las hojas contra su cara sin afeitar. La besa con ternura, escala lento con sus húmedos labios por los tallos y se aventura de a poco a la parte interna haciendo uso de su lengua para separar las hojas. Traga algo de tierra pero no le importa, escupe y sigue lamiendo sin asco.  Exitado, apoya la lechuga en la mesa. Se quita la remera. Ahora frota el vegetal contra su cuello, pecho, espalda y estómago. Enlentece el ritmo llegando al vientre.

Apoya nuevamente la lechuga sobre la mesa, le da un pico en el centro, camina un par de pasos hacia atrás, se descalza y comienza a bajarse el cierre de la bragueta. Suena el timbre.

Nervioso, trata de vestirse lo más rápido posible mientras el timbre no cesa de sonar, se pone la remera, suena el timbre, se calza, el timbre sigue sonando, mete la lechuga en la heladera y corre a abrirle a Patricia. Para su sorpresa, no es ella quien espera al otro lado de la puerta, sino una chica (22) que viene a venderle perfumes. Tiene el One Million de Paco Rabbanne, el Kourus de Yvis Laurent, el Pibes, y muchos más, todos imitación pero a mitad de precio, según ella huelen igual.

Lorenzo cierra la puerta bruscamente, corre a reencontrarse con la lechuga, el timbre vuelve a sonar.

Va hacia la puerta furioso, pero al abrirla, en lugar de encontrarse con la vendedora de perfumes, choca de frente con Patricia. La mujer echó la chica y ahora está allí, con las postas de pescado envueltas en papel esperando para entrar.  Lorenzo se queda quieto bloqueando la entrada. Patricia lo nota extraño, le pregunta qué le pasa, él finge estar jugando, ella comienza a enojarse pero Lorenzo no abandona su rol, bloqueandole el paso. Finalmente  Patricia consigue escurrirse entrando a la casa, lo que obliga a Lorenzo a correr a la cocina, tomar la lechuga en brazos y, para mantenerla a salvo, huir a ocultarla en los placares del baño antes de que su señora la vea.

Patricia pregunta el por qué de que la ensalada mixta no sea mixta sino solo de tomate, Lorenzo responde que es porque la lechuga estaba fea y tuvo que tirarla. Dicho esto corre rápidamente al baño, tranca la puerta, abre los armarios y pide perdón a su lechuga por si acaso llegó a escuchar sus palabras.

Al salir del baño Patricia pregunta qué hizo con la lechuga, no la encontró ni en la basura ni en la heladera, y su  comportamiento le genera sospechas de que algo raro está pasando.
Lorenzo no hace más que ofrecerle decenas de vagas mentiras, hasta que se ve acorralado por el inquisidor interrogatorio, terminando por estallar y confesar lo que le sucede: se siente irracionalmente atraído de sobremanera por aquella lechuga.

“¿Qué hiciste con ella?” pregunta Patricia, Lorenzo va a buscarla al baño y la apoya sobre la mesa.

Su esposa le explica que enamorarse de un objeto inanimado, sea un vegetal o lo que fuese, es un tipo de parafilia, lo cual implica un trastorno psicológico, que al tratarse, según afirma el propio Lorenzo, de la primera y única vez  que le ha sucedido en su vida algo similar, no puede hablarse en este caso de una patología sino más bien de un ataque aislado del cual no deberían preocuparse demasiado.

Patricia tranquiliza a Lorenzo y lo convence de encerrarse en el baño mientras ella termina de preparar la ensalada para evitar un posible shock emocional. La semana entrante lo acompañará a su psicólogo y todo volverá a la normalidad.

Lorenzo accede resignado, decidiendo seguir el consejo de tomar una ducha para despejar un poco la mente.

Al salir del baño, el pánico se apodera de Lorenzo, al no encontrar ni en la cocina, ni en la sala, ni en ninguna otra parte de la casa, rastro alguno de la traidora Patricia ni de su querida lechuga, quienes a esa altura ya se encuentran juntas, con un algodón de azúcar cada una, mirando la rambla desde lo más alto de la rueda gigante del Parque Rodó.





miércoles, 22 de mayo de 2013

Graham Greene, nuestro hombre en Sierra Leona.


1962, un avión espía U-2 estadounidense, descubre y fotografía en Cuba una instalación de misiles nucleares soviéticos. Este acontecimiento desata el punto de mayor tensión durante la Guerra Fría: la crisis de los misiles cubanos.

Cuatro años antes, en 1958, el escritor británico Graham Greene, publicaba su libro Our man in havana.  En él, James Wormold, un inmigrante inglés que ha vivido gran parte de su vida en Cuba, donde maneja un pequeño local de venta de aspiradoras, es reclutado por el MI6 (la inteligencia militar británica), para oficiar como informante en la isla.

Wormold es un hombre común, no sabe ni le interesa saber nada de espionaje. Decide cooperar únicamente con el afán de conseguir dinero extra para cumplir los caprichos de su hija. Demasiado ocupado con su negocio, comienza a mandar informes falsos a Inglaterra para justificar el dinero que le pagan. En uno de esos informes, Wormold envía los planos de una supuesta instalación de misiles nucleares en la zona oriente de Cuba, la cual observara desde su avioneta uno de sus informantes. Aquellos croquis corresponden en verdad al plano interior de una de las aspiradoras que vende en su tienda.

Wormold nunca pensó que aquella mentira llegaría a tomar las dimensiones que tomaría, como tampoco imaginó que los subagentes que había inventado (el piloto alcohólico Raúl, el ingeniero Cifuentes, la bailarina erótica Teresa y el profesor Sánchez) fueran personas reales cuyas vidas terminarían corriendo peligro.

Es curioso, en la vida real, a Green le sucedería algo similar.  Como si la mente fuera capaz de crear realidades tangibles y materiales fuera de su órbita virtual, aparecieron verdaderos misiles nucleares en el oriente de Cuba cuatro años después de la publicación de Our Man in Havana.

En el 2010, el profesor e historiador norirlandés Keith Jeffery publicó su libro MI6: The History of The Secret Intelligence Service 1909-1949, una publicación autorizada de unas ochocientas páginas, donde el autor narra la historia de los servicios secretos británicos a partir de archivos descalificados. Allí, entre historias como las del agente “Biffy” Dunderdale (considerado por muchos fuente de inspiración de Ian Fleming para la creación de James Bond en 1952, como protagonista en Casino Royale, primera novela de la saga), Jeffery revela que Graham Green fue uno de los varios escritores reclutados por el MI6.  Durante la Segunda Guerra Mundial, Green habría sido enviado a Sierra Leona donde se desempeñaría como informante de la inteligencia militar británica, al igual que James Wormold, bastante a regañadientes y contra su voluntad.

A diez años de comenzada la Guerra Fría, el pasado de Green en el MI6 y sus viajes por Centroamérica, dieron forma a Our Man in Havana.

La creación de los personajes es maravillosa. El dr. Hasselbacher, gran amigo del protagonista, compara e éste, al principio del libro, con un mendigo cojo que ven pasar por la calle. Así, en tan sólo una página y a través de una comparación, Green describe a James Wormold dándole al lector una clara referencia figurativa de su personalidad.

A su vez, el contexto de la isla en la Cuba de Batista está muy bien plasmado: una dictadura capitalista subdesarrollada, un país oligárquico, una fuerza policial corrupta y temida por su barbarie, una gigantesca brecha entre clases, realidades paralelas entre la vida en La Habana y la vida en oriente.

Si bien fue un corto período miembro del Partido Comunista de Gran Bretaña en 1922, Green al igual que Wormold, no toma partido por ninguno de los dos bandos. Our Man in Havana, satiriza la Guerra Fría, la especulación constante, las mentiras y acciones ridículas que subyacen una guerra librada en oficinas oscuras, habitaciones de hoteles y baños de bares lúgubres.  Critica el patriotismo, calificándolo de inerte,  elevando el amor a un ser querido como causa primera. Aún siendo católico, ironiza constantemente sobre lo absurdo de ciertos dogmas, como la sacralidad del matrimonio único y eterno. Por estos motivos, si bien el propio Green calificó este libro como una obra de mero “entretenimiento”, no deja de recordarnos (por ejemplo y salvando las distancias) a la supuesta inocencia que habrán tenido en su tiempo las obras satíricas de Jonathan Swift.

MAL DÍA PARA PESCAR, de Álvaro Brechner.


Atardecer. Un muelle de río visto en una sucesión de planos generales. En la siguiente escena pasamos  a un paisaje más urbano, un plano detalle de un foco de iluminación  titilando, en el fondo  algunas casas sobre derecha de cuadro, una calle en fuga al medio.  Se escucha una sirena, una ambulancia entra en cuadro desde la parte superior del mismo. Con un ligero tilt down dejamos el foco y acompañamos unos instantes el movimiento de la ambulancia.

30 segundos y ya recibimos bastante información. Seguramente la historia transcurre en un pueblo o pequeña ciudad a orillas de un río. La ambulancia es antigua, la época no es actual, parecen los 50’.
Plano medio two shot, desde el asiento de atrás de la ambulancia vemos de espaldas al conductor y el acompañante. Escuchan la radio, el locutor habla nervioso, pide calma a los espectadores, describe la situación, “vuelan sillas y botellas”. Primer plano de conductor seguido por contraplano de acompañante, se miran preocupados.

Un minuto de película, ahora sabemos también que la ambulancia se dirige a un espectáculo público que parece haberse salido de control. Si hay un locutor de radio transmitiendo en vivo desde el lugar de los hechos casi seguro se trata de un espectáculo deportivo, habla de “sillas” y “escenario” quizás sea en un teatro, podría tratarse de una gala de boxeo o algo similar.

Al  llegar la ambulancia sentimos otras sirenas, esta vez de policía. En un plano general vemos dos patrulleros estacionando junto a ella. Un pequeño dolly in, casi imperceptible, seguido de un movimiento de grúa que abre el cuadro. Estamos en el teatro APOLO, el cartel anuncia un gran combate. Coreografía caótica, gente corriendo, policía reprimiendo, fuego.

La ambulancia lleva al doctor y al paciente al hospital. No se nos revela en ningún momento quién es, pero sabemos que su situación es límite. Un paneo sigue a la ambulancia por la calle y termina en plano detalle de un afiche que reza: JACOB VAN OPPEN, CAMPEÓN MUNDIAL, EN SANTAMARÍA.
El poder de sintésis del director Álvaro Brechner es increíble. No han pasado ni tres minutos y ya nos ha bombardeado de información relevante.

Mal día para pescar es una adaptación del cuento de Onetti Jacob y el otro. Generalmente los libros son ampliamente mejores que sus adaptaciones cinematográficas. En este caso está parejo. Personalmente prefiero el inicio de la película que el del cuento por un detalle que me parece importante para generar la intriga en la trama: en el cuento al igual que en la película no se nos revela quién es el paciente, pero sí que el doctor lo opera y logra salvarlo. En Mal día para pescar, al no tener esta información, se genera una inquietud consante que va in creyendo a medida que comenzamos como espectadores a generar simpatía por los personajes.

En esta historia no hay malos ni buenos, protagonistas y antagonistas tienen sus motivaciones, todas ellas válidas. Si bien en una primera instancia uno  se “hace hincha” de inmediato de la pareja compuesta por Orsini y Jacob, cuando se revela el por qué oculto de aquella mujer que  pone en riesgo la vida de su marido ofreciéndolo como retador, no podemos evitar sentir que no queremos que ninguno de los dos luchadores sea aquel hombre desfalleciente que aparece en el inicio.

Resumiendo, la estructura narrativa desde el guión y el lenguaje audiovisual es efectiva y lacónica cuando debe serlo, funcional a la hora de construir los personajes logrando que el espectador no pueda ponerse ni de un lado ni del otro, lo que genera una ansiedad angustiosa que nos obliga a esperar atentos el desenlace final.

La historia es entretenida y original. Aunque ésto es mérito principalmente de Onetti, Brechner y Gary Piquer (actor que interpreta a Orssini y además colabora en el desarrollo del guión), lograron una muy linda adaptación. 

NETWORK, de Sidney Lumet.


A Julio Verne se le adjudican más profecías que a Nostradamus, los mayas y la Iglesia del fin del mundo. El submarino eléctrico, el helicóptero, y también el noticiero. En un artículo publicado en 1889 Verne habría afirmado que en el año 2889 las noticias serían habladas a los suscriptores. Periodistas, estadistas y profesionales se dirigirían directamente al público. 

Cuando nació Sidney Lumet, en 1924, las noticias que llegaban a la gente ya eran habladas. Los cambios en los medios, aunque radicales en cuanto a formatos, parecían no afectar en gran medida la esencia de los contenidos. Claro que había que vender para poder seguir trabajando, pero el objetivo de un diario seguía siendo informar, lo mismo con los noticieros de radio y televisión. Paulatinamente, en un proceso que tendría su inicio en la posguerra y un punto de inflexión incipiente en los 70', una fuerza mayor se apoderó de los medios.

En Network, estrenada en 1976, el guionista Paddy Chayefsky y el director Sidney Lumet, se visten de Julio Verne para describir con escalofriante exactitud, la enfermiza dinámica de la televisión de nuestro días.

El sol, las venus, los dioses asirios, los egipcios, los griegos y el dios judeo-cristiano, fueron remplazados en occidente por un dios mayor: el dinero. La televisión, rinde culto constante a esta nueva deidad, más omnipresente y omnipotente que cualquiera de sus predecesores, .

Los medios son gestionados en función de sus objetivos. En un universo mercantilista la meta máxima es la acumulación de capital y la publicidad es la fuente primaria de dicho capital. Cuando una marca elige donde pautar no lo hace al azar ni escudriñando la calidad de los contenidos, sólo le interesa una cosa: qué canal y qué programa pueden hacer llegar su producto a mayor número de público.

Los católicos tienen su dios, único y todopoderoso. Ahora bien, existen los patronos, figuras sacras que actúan como intercesores ante el dios supremo y a quienes por ello también se les rinde culto. De igual manera en la religión mercantilista, dentro de la televisión existe una figura santificada: la audiencia.
  

La historia de Network gira entorno al rating y el poder absoluto de éste sobre las vidas de todos aquellos que trabajan en televisión. Es una sátira genial que retrata un universo de dementes poseídos. Lo maravilloso de esta película es que cada escena, de la primera a la última, nos dice algo. Concisa e impactante, la realidad es en Network analizada de manera brillante. En cuanto a la estructura del guión, el ritmo narrativo va in crescendo vertiginosamente hasta explotar en el clímax final. Sin dudas, si quisiéramos representar esta historia gráficamente lo haríamos mediante una línea ascendente de 45º. 

La fabulosa capacidad de síntesis de Paddy Chayefsky, engloba en una de las escenas finales el producto de su análisis. El ex director del noticiario Max Schumacher (el único que parece mantener la cordura rodeado de potenciales pacientes psiquiátricos) abandona a Diana Christensen, la productora del nuevo informativo conducido por el "profeta" Howard Beale. Al despedirla pronuncia una frase lapidaria, que sirve de advertencia, cual predicción de nuestro apocalíptico presente: “Tú eres la televisión encarnada. Todo al tocarlo, lo destruyes, pero a mí no me destruirás”.

En la última escena se subraya el hecho de que en la televisión el fin justifica cualquier medio, los escrúpulos desaparecen por completo. Lo triste es que este final visto en los 70' como una escena de humor negro, hoy día se aleja del absurdo, al punto que no nos extrañaría demasiado si llegara a ocurrir en realidad.


300, de Zack Snyder

Menelao, su hermano Agamenón, Aquiles, Ulysses y el resto de los héroes griegos, partieron en defensa del honor. En la Iliada Homero no habla de la importancia de Troya para la economía griega, de su cercanía al oro del Mar Negro y su ubicación estratégica en Asia menor. 

El consejo de seguridad de la ONU, compuesto por Rusia, China, Reino Unido, Francia y Estados Unidos (los mayores productores de armas del mundo), tienen la potestad de aprobar o desaprobar las guerras. Pero al igual que en la antigua Grecia, no pueden justificar las mismas por motivos de índole económicos. El honor ha pasado a un segundo plano y en nuestros días el valor moral que los belicosos alzan como bandera es la libertad.

La Segunda Guerra del Golfo, luego de seis años, tuvo en 2007 un importante punto de inflexión. Fuertes levantamientos de los insurgentes iraquíes elevaron notablemente el número de muertos de los invasores aliados. Unos 1000 soldados estadounidenses perdieron la vida ese año y unos 6000 resultaron heridos. El mundo entero comenzó a ejercer presiones. El primer ministro británico Tony Blair anunció que las tropas de su país se retirarían por completo de Iraq a fines del 2008. Mientras que en Estados Unidos, Bush anunciaba el envío de nuevas tropas: 21000 soldados y un presupuesto de 1,2 millones de dólares para sustentar la nueva oleada de invasores.

En este contexto es estrenada 300, la película de Zack Snyder basada en el cómic de Frank Miller. Como en cada conflicto bélico desde la Primera Guerra Mundial, ante el cuestionamiento público Hollywood salta al rescate, recordando a la gente quién es el malo, quién es el bueno, y que toda guerra tiene un único objetivo: salvaguardar la libertad.

El islam nace con el profeta Mahoma en la Arabia del s.VII d.C., más de 1000 años después de las Guerras Médicas, sin embargo los persas son en 300 representados como musulmanes. Por todo lo dicho anteriormente, sabemos que este anacronismo no es inocente. 

Si la historieta de Frank Miller ya es tendenciosa (mostrando a los espartanos como seres heroicos, justos, amantes del honor y la libertad, y a los persas como musulmanes despreciables, malvados y esclavistas) su adaptación cinematográfica lo es aún más. Si bien la película es bastante fiel al cómic, al punto que el mismo parece haber funcionado como su story board, se le sumó al guión una subtrama que resignifica  el papel de la reina esposa de Leónidas. Este agregado tampoco es inocente, tiene una función puntual: nos convence de que históricamente ha existido corrupción en el senado, que los políticos son blanditos, indecisos y que siempre las soluciones han llegado de la mano de los valientes, honorables y decididos guerreros amantes de la libertad.

De todas formas vale decir que éstos son elementos subyacentes, que si bien pueden generar antipatía, no empañan la calidad de la película como obra artística. El lenguaje audiovisual utilizado y su estructura narrativa hacen de 300 una película excitante, que atrapa y moviliza el interior del que la ve. 

Hay quien dice que Julio Ribas la proyectaba todos los viernes en Los Aromos para motivar a los jugadores de Peñarol durante las concentraciones previas al partido del fin de semana. Personalmente creo que ésto no cierto, de haber sido así no se hubiera comido aquel recordado 3-2, de atrás, con el Nacional de Pelusso y el grillo Biscayzacú.