miércoles, 22 de mayo de 2013

NETWORK, de Sidney Lumet.


A Julio Verne se le adjudican más profecías que a Nostradamus, los mayas y la Iglesia del fin del mundo. El submarino eléctrico, el helicóptero, y también el noticiero. En un artículo publicado en 1889 Verne habría afirmado que en el año 2889 las noticias serían habladas a los suscriptores. Periodistas, estadistas y profesionales se dirigirían directamente al público. 

Cuando nació Sidney Lumet, en 1924, las noticias que llegaban a la gente ya eran habladas. Los cambios en los medios, aunque radicales en cuanto a formatos, parecían no afectar en gran medida la esencia de los contenidos. Claro que había que vender para poder seguir trabajando, pero el objetivo de un diario seguía siendo informar, lo mismo con los noticieros de radio y televisión. Paulatinamente, en un proceso que tendría su inicio en la posguerra y un punto de inflexión incipiente en los 70', una fuerza mayor se apoderó de los medios.

En Network, estrenada en 1976, el guionista Paddy Chayefsky y el director Sidney Lumet, se visten de Julio Verne para describir con escalofriante exactitud, la enfermiza dinámica de la televisión de nuestro días.

El sol, las venus, los dioses asirios, los egipcios, los griegos y el dios judeo-cristiano, fueron remplazados en occidente por un dios mayor: el dinero. La televisión, rinde culto constante a esta nueva deidad, más omnipresente y omnipotente que cualquiera de sus predecesores, .

Los medios son gestionados en función de sus objetivos. En un universo mercantilista la meta máxima es la acumulación de capital y la publicidad es la fuente primaria de dicho capital. Cuando una marca elige donde pautar no lo hace al azar ni escudriñando la calidad de los contenidos, sólo le interesa una cosa: qué canal y qué programa pueden hacer llegar su producto a mayor número de público.

Los católicos tienen su dios, único y todopoderoso. Ahora bien, existen los patronos, figuras sacras que actúan como intercesores ante el dios supremo y a quienes por ello también se les rinde culto. De igual manera en la religión mercantilista, dentro de la televisión existe una figura santificada: la audiencia.
  

La historia de Network gira entorno al rating y el poder absoluto de éste sobre las vidas de todos aquellos que trabajan en televisión. Es una sátira genial que retrata un universo de dementes poseídos. Lo maravilloso de esta película es que cada escena, de la primera a la última, nos dice algo. Concisa e impactante, la realidad es en Network analizada de manera brillante. En cuanto a la estructura del guión, el ritmo narrativo va in crescendo vertiginosamente hasta explotar en el clímax final. Sin dudas, si quisiéramos representar esta historia gráficamente lo haríamos mediante una línea ascendente de 45º. 

La fabulosa capacidad de síntesis de Paddy Chayefsky, engloba en una de las escenas finales el producto de su análisis. El ex director del noticiario Max Schumacher (el único que parece mantener la cordura rodeado de potenciales pacientes psiquiátricos) abandona a Diana Christensen, la productora del nuevo informativo conducido por el "profeta" Howard Beale. Al despedirla pronuncia una frase lapidaria, que sirve de advertencia, cual predicción de nuestro apocalíptico presente: “Tú eres la televisión encarnada. Todo al tocarlo, lo destruyes, pero a mí no me destruirás”.

En la última escena se subraya el hecho de que en la televisión el fin justifica cualquier medio, los escrúpulos desaparecen por completo. Lo triste es que este final visto en los 70' como una escena de humor negro, hoy día se aleja del absurdo, al punto que no nos extrañaría demasiado si llegara a ocurrir en realidad.


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