miércoles, 22 de mayo de 2013

MAL DÍA PARA PESCAR, de Álvaro Brechner.


Atardecer. Un muelle de río visto en una sucesión de planos generales. En la siguiente escena pasamos  a un paisaje más urbano, un plano detalle de un foco de iluminación  titilando, en el fondo  algunas casas sobre derecha de cuadro, una calle en fuga al medio.  Se escucha una sirena, una ambulancia entra en cuadro desde la parte superior del mismo. Con un ligero tilt down dejamos el foco y acompañamos unos instantes el movimiento de la ambulancia.

30 segundos y ya recibimos bastante información. Seguramente la historia transcurre en un pueblo o pequeña ciudad a orillas de un río. La ambulancia es antigua, la época no es actual, parecen los 50’.
Plano medio two shot, desde el asiento de atrás de la ambulancia vemos de espaldas al conductor y el acompañante. Escuchan la radio, el locutor habla nervioso, pide calma a los espectadores, describe la situación, “vuelan sillas y botellas”. Primer plano de conductor seguido por contraplano de acompañante, se miran preocupados.

Un minuto de película, ahora sabemos también que la ambulancia se dirige a un espectáculo público que parece haberse salido de control. Si hay un locutor de radio transmitiendo en vivo desde el lugar de los hechos casi seguro se trata de un espectáculo deportivo, habla de “sillas” y “escenario” quizás sea en un teatro, podría tratarse de una gala de boxeo o algo similar.

Al  llegar la ambulancia sentimos otras sirenas, esta vez de policía. En un plano general vemos dos patrulleros estacionando junto a ella. Un pequeño dolly in, casi imperceptible, seguido de un movimiento de grúa que abre el cuadro. Estamos en el teatro APOLO, el cartel anuncia un gran combate. Coreografía caótica, gente corriendo, policía reprimiendo, fuego.

La ambulancia lleva al doctor y al paciente al hospital. No se nos revela en ningún momento quién es, pero sabemos que su situación es límite. Un paneo sigue a la ambulancia por la calle y termina en plano detalle de un afiche que reza: JACOB VAN OPPEN, CAMPEÓN MUNDIAL, EN SANTAMARÍA.
El poder de sintésis del director Álvaro Brechner es increíble. No han pasado ni tres minutos y ya nos ha bombardeado de información relevante.

Mal día para pescar es una adaptación del cuento de Onetti Jacob y el otro. Generalmente los libros son ampliamente mejores que sus adaptaciones cinematográficas. En este caso está parejo. Personalmente prefiero el inicio de la película que el del cuento por un detalle que me parece importante para generar la intriga en la trama: en el cuento al igual que en la película no se nos revela quién es el paciente, pero sí que el doctor lo opera y logra salvarlo. En Mal día para pescar, al no tener esta información, se genera una inquietud consante que va in creyendo a medida que comenzamos como espectadores a generar simpatía por los personajes.

En esta historia no hay malos ni buenos, protagonistas y antagonistas tienen sus motivaciones, todas ellas válidas. Si bien en una primera instancia uno  se “hace hincha” de inmediato de la pareja compuesta por Orsini y Jacob, cuando se revela el por qué oculto de aquella mujer que  pone en riesgo la vida de su marido ofreciéndolo como retador, no podemos evitar sentir que no queremos que ninguno de los dos luchadores sea aquel hombre desfalleciente que aparece en el inicio.

Resumiendo, la estructura narrativa desde el guión y el lenguaje audiovisual es efectiva y lacónica cuando debe serlo, funcional a la hora de construir los personajes logrando que el espectador no pueda ponerse ni de un lado ni del otro, lo que genera una ansiedad angustiosa que nos obliga a esperar atentos el desenlace final.

La historia es entretenida y original. Aunque ésto es mérito principalmente de Onetti, Brechner y Gary Piquer (actor que interpreta a Orssini y además colabora en el desarrollo del guión), lograron una muy linda adaptación. 

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