miércoles, 22 de mayo de 2013

300, de Zack Snyder

Menelao, su hermano Agamenón, Aquiles, Ulysses y el resto de los héroes griegos, partieron en defensa del honor. En la Iliada Homero no habla de la importancia de Troya para la economía griega, de su cercanía al oro del Mar Negro y su ubicación estratégica en Asia menor. 

El consejo de seguridad de la ONU, compuesto por Rusia, China, Reino Unido, Francia y Estados Unidos (los mayores productores de armas del mundo), tienen la potestad de aprobar o desaprobar las guerras. Pero al igual que en la antigua Grecia, no pueden justificar las mismas por motivos de índole económicos. El honor ha pasado a un segundo plano y en nuestros días el valor moral que los belicosos alzan como bandera es la libertad.

La Segunda Guerra del Golfo, luego de seis años, tuvo en 2007 un importante punto de inflexión. Fuertes levantamientos de los insurgentes iraquíes elevaron notablemente el número de muertos de los invasores aliados. Unos 1000 soldados estadounidenses perdieron la vida ese año y unos 6000 resultaron heridos. El mundo entero comenzó a ejercer presiones. El primer ministro británico Tony Blair anunció que las tropas de su país se retirarían por completo de Iraq a fines del 2008. Mientras que en Estados Unidos, Bush anunciaba el envío de nuevas tropas: 21000 soldados y un presupuesto de 1,2 millones de dólares para sustentar la nueva oleada de invasores.

En este contexto es estrenada 300, la película de Zack Snyder basada en el cómic de Frank Miller. Como en cada conflicto bélico desde la Primera Guerra Mundial, ante el cuestionamiento público Hollywood salta al rescate, recordando a la gente quién es el malo, quién es el bueno, y que toda guerra tiene un único objetivo: salvaguardar la libertad.

El islam nace con el profeta Mahoma en la Arabia del s.VII d.C., más de 1000 años después de las Guerras Médicas, sin embargo los persas son en 300 representados como musulmanes. Por todo lo dicho anteriormente, sabemos que este anacronismo no es inocente. 

Si la historieta de Frank Miller ya es tendenciosa (mostrando a los espartanos como seres heroicos, justos, amantes del honor y la libertad, y a los persas como musulmanes despreciables, malvados y esclavistas) su adaptación cinematográfica lo es aún más. Si bien la película es bastante fiel al cómic, al punto que el mismo parece haber funcionado como su story board, se le sumó al guión una subtrama que resignifica  el papel de la reina esposa de Leónidas. Este agregado tampoco es inocente, tiene una función puntual: nos convence de que históricamente ha existido corrupción en el senado, que los políticos son blanditos, indecisos y que siempre las soluciones han llegado de la mano de los valientes, honorables y decididos guerreros amantes de la libertad.

De todas formas vale decir que éstos son elementos subyacentes, que si bien pueden generar antipatía, no empañan la calidad de la película como obra artística. El lenguaje audiovisual utilizado y su estructura narrativa hacen de 300 una película excitante, que atrapa y moviliza el interior del que la ve. 

Hay quien dice que Julio Ribas la proyectaba todos los viernes en Los Aromos para motivar a los jugadores de Peñarol durante las concentraciones previas al partido del fin de semana. Personalmente creo que ésto no cierto, de haber sido así no se hubiera comido aquel recordado 3-2, de atrás, con el Nacional de Pelusso y el grillo Biscayzacú.


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