El sol calienta el asfalto. El paisaje es inmenso, abierto, amplio, verde amarillento los pastos, despejados y azules los cielos.
HORACIO (30) espera de pie en medio de la carretera debajo de un paraguas negro. Mira su reloj, luego al horizonte. Abre el maletín que tiene a su costado y saca un larga-vistas. Observa por el aparato. A uno y otro lado de la carretera no se ve más que vacío.
RAQUEL (30) camina apresurada arrastrando una valija, a lo lejos divisa la figura de Horacio.
Horacio ve por sus larga-vistas acercarse a Raquel. Chequea la hora en su reloj.
Raquel llega hasta Horacio, detiene su andar, observa alrededor.
HORACIO
Llegás tarde...
RAQUEL
¿Y Pablito?
HORACIO
Llegás tarde...
RAQUEL
¿Dónde está Pablito?
HORACIO
Estás llegando tarde Raquel...
RAQUEL
No empieces Horacio, falta una hora para el acto...
HORACIO
Quedamos en llegar dos horas antes
por si alguien llegaba
temprano, para que supieran que era acá.
RAQUEL
Llegué temprano, falta una hora....
HORACIO
Habíamos quedado a las 10.
RAQUEL
No voy a empezar a discutir...
HORACIO
¿Quién está discutiendo? Yo no estoy discutiendo,
te recuerdo nada más lo que habíamos acordado.
RAQUEL
¿Dónde está Pablito?
HORACIO
No sé, no ha llegado, se debe haber retrasado
por la llanta...
RAQUEL
¿La llanta? ¿Le hiciste traer la llanta Horacio?
HORACIO
Fue idea suya lo de la llanta...
RAQUEL
¿En serio fuiste capaz de hacerlo caminar 30 km
arrastrando una llanta de camión desde su casa hasta acá?
HORACIO
Te repito, lo de la llanta fue idea suya, él está convencido de que no
se puede llevar a cabo un acto con corte de ruta sin prender fuego
alguna llanta, ¿quién soy yo para decirle que no la traiga?
RAQUEL
Das asco...
HORACIO
Mire compañera, le voy a pedir dos cosas: primero, que me trate con respeto, de igual
manera que la trato yo. Segundo, aprenda a separar, una cosa es nuestra relación
conyugal y otra es nuestra relación como compañeros de organización, ahora, acá, en este
momento, no somos más que compañeros, por ende, debemos hacer el esfuerzo
de dejar de lado nuestras cuestiones personales por el bienestar del colectivo y tratarnos con respeto.
Mientras Horacio termina de hablar Raquel acuesta su valija y se sienta sobre ella. Saca de su cartera un cigarro, lo enciende y se pone a fumar.
HORACIO
No fumes Raquel...
Raquel no responde, sigue fumando. Horacio mira su reloj, luego observa el horizonte por el larga-vistas. Nadie se aproxima.
Horacio guarda el aparato en su maletín. Mira a Raquel.
HORACIO
¿Y esa valija?
RAQUEL
Me voy de casa...
HORACIO
¿Cómo?
RAQUEL
Me voy de casa, ni bien llegue Pablito, le doy un beso, un abrazo, y me tomo el primer ómnibus a la ciudad.
HORACIO
¿Qué?
RAQUEL
Eso, que me voy a la ciudad. Vine al acto sólo para despedirme de Pablito.
HORACIO
¿Te vas?
RAQUEL
Sí.
HORACIO
¿No te vas a quedar al menos hasta que termine el acto?
RAQUEL
No.
HORACIO
¡No podés irte en medio del inicio de una revolución!
RAQUEL
¿Qué Revolución Horacio? ¿De qué hablás? Si sabés igual que yo que no va
a venir nadie al acto. Yo vine hasta acá para despedirme de Pablito,
nada más, paso un rato con él y después me voy.
HORACIO
Estuvimos tres meses repartiendo volantes y difundiendo el acto por megáfono en
el pueblo, los vecinos van a venir, vas a ver, están interesasdos en escuchar la proclama...
RAQUEL
No va a venir nadie...