Los por qué son inatrapables. Cuando
parece que estamos a punto de abrazarlas, las verdades se escurren por entre
nuestros brazos y de la aparente respuesta inicial descubrimos una pregunta aún
mayor.
Sabiendo que era imposible, comenzó de
todos modos a escribir para tratar de entender el mundo. A sus ochenta y siete
años, José Saramago reconoció que nunca logró aquel utópico objetivo. Sin
embargo, como un doctor parado frente a una extraña enfermedad de la cual no
conoce con precisión las causas, pudo sí dar un diagnóstico exacto de la
actualidad, describiendo los síntomas que padecemos como sociedad valiéndose de
alegorías fantásticas.
Tras la insistencia del director brasileño
Fernando Meirelles, el escritor luso cedió finalmente a otorgar los derechos
para la primera adaptación cinematográfica de una de sus obras: Ensayo
sobre la ceguera. El
resultado fue Blindness, un drama de
ciencia ficción protagonizado por Julianne Moore.
La película mantiene esa perturbadora
violencia que brota del Hombre al enfrentarse ante situaciones límites, aspecto
intrínseco de la bajeza humana que forma parte de la esencia del libro. Pero
como era de esperar, la versión de Meirelles no le llega ni a los talones al texto
original.
Todo transcurre en una ciudad cuya
identidad jamás es revelada, podría tratarse de Montevideo, Lisboa o Nueva
York. Tampoco sabemos como se llaman los personajes, su construcción
psicológica es tan rica que sobra saber sus nombres.
Saramago fue un maestro destruyendo las
estructuras narrativas clásicas. Literato, conocedor profundo de su lengua, se
divirtió rompiendo todas y cada una de las reglas y consejos que suelen brindar
a los alumnos los profesores de literatura.
Párrafos casi infinitos. Subordinada tras
subordinada los enunciados se vuelven largas hileras de caracteres
consecutivos, filas de hormigas que demoran en llegar al punto final. Diálogos
insertos en una oración sin comillas que los aíslen, sin aclararnos quién
habla, empezando con mayúsculas después de una coma.
Como en las Intermitencias
de la muerte (donde de un día para el
otro la parca decide dejar de trabajar) o en Ensayo
sobre la lucidez (donde
el 90% de los ciudadanos de una capital optan por votar en blanco poniendo en
jaque al oficialismo y los demás partidos políticos), en Ensayo
sobre la ceguera, una situación extraordinaria sirve de
punto de partida para escudriñar en las profundidades del espíritu humano,
exponiendo a la luz su lado más oscuro como también sus aspectos más nobles y
sus mejores virtudes.
Dueño de un pesimismo raro, Saramago agita
las conciencias mostrándonos al mismo tiempo lo cerca que estamos del
apocalipsis y de la salvación, caminando ciegos por una delgada línea
divisoria.
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